domingo, 5 de enero de 2014

Paréntesis



Él parecía tener buen ojo para el paisaje, eso me nublaba la mente y me embotaba el corazón. Además era hermoso. Así que cometí el error de confesarle el violento fuego que me consumía.

No quiero decir en qué consistía aquello, porque todavía, calculando que no me debe quedar ni un poco de vergüenza, aún hay algo dentro de mí que busca evitar los malos recuerdos. Pero expongo aquí nuestra historia de azar, de secretos y de memoria, nuestra historia sin traición ni delación, nuestra historia corta, intensísima, incomprensible y eterna. Una historia muerta pero que aún le caben paréntesis, cuando el ser queda en suspenso, y a la vida se le abren espacios y silencios, aquí los paréntesis que expongo.  Esta es la historia de lo insoportable que soy cuando no estoy contigo:



En paréntesis estás y en tus manos me tienes.
En tus manos soy brasa y ceniza
Y estoy tu cuerpo, 
te suspiro y broto,
nos brotamos y me vuelo, 

te vuelo,
y bebemos nuestro propio soplo.

En paréntesis estamos, y en tus manos nos tenemos
bebiendo aquella sed
mientras estoy tu cuerpo
y friccionamos al deseo,
y él nos fricciona, y los dos sabemos.
Vos sos brasa y yo me quemo,
y yo te respiro respirarme
Y nos escapamos de nuestras bocas,
para volver a beber del cuerpo,
y ahora me llueves
porque esa eternidad se nos acababa,
y nuestro circulo beso
en la sed era urgente,
pero nunca se nos acababa.



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