miércoles, 1 de enero de 2014

Tormenta

Odas místicas de Din Rumi

Nuestra muerte es nuestra boda con la eternidad.
¿Cuál es el secreto?
Dios es uno.
El sol se parte cuando entra por las ventanas de las casas.
Esta multiplicidad existe en el racimo de uvas.
No está en el jugo hecho a partir de las uvas.
Para el que vive bajo la luz de Dios
la muerte del alma carnal es una bendición.
Al mirarlo no hay mal ni bien
porque ha ido más allá de lo bueno y lo malo.
Fija los ojos en Dios y no hables de lo que es invisible
para que otra vez él pueda mirarte a los ojos.
Es la luz eterna, que es la luz de Dios.
La luz efímera es el atributo del cuerpo y de la carne.
Oh Dios, que das la gracia de la visión,

 el pájaro de la visión vuela hacia ti con las alas del deseo

 


 

Con esa intensidad y prolijidad se había manifestado la muerte, el perecer de algo que sería irrevocable; y se había manifestado con tal claridad y belleza que se había arraigado de tal manera a la unicidad del mundo, todo esto nos atraía y nos unía de una forma desmedida: entumecida y parada frente al mundo yo era uno, y encontré al mundo un cómodo y muy hermoso lugar, los ánimos de esas personas a mi alrededor eran cada vez más idénticos al mío, de poder volar, o navegar, quizás lo hubiéramos hecho, en medio de esa tormenta interior: éramos la mismísima naturaleza teniendo razón de ello, y eso nos impactó. 
Feliz comienzo y despertar, protagonista de las tormentas y bosque adentro.



 

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